YO VOY, SPORTING

Esta mañana me desperté con una extraña sensación, un cosquilleo me recorría el cuerpo que no era normal. ¿Un examen como en los viejos tiempos? ¿La gripe A? No, es algo más íntimo, más intenso, el Sporting, mi Sporting, nuestro Sporting, ese maravilloso envoltorio que aviva nuestra amistad cumple 20 años. Se dice pronto, pero si lo piensas fríamente, llegar hasta aquí no ha sido fácil. Los sueños más bonitos no siempre son los que se realizan inmediatamente. Y para seguir viviendo éste, seguir disfrutando de este club, de estos amigos, los de siempre y los de ahora, los que juegan y los que no, hemos tenido que hacer muchos sacrificios, esfuerzos personales, tener paciencia, saber aguantarnos y, al mismo tiempo, saber disfrutar los unos de los otros. Creo que lo hemos conseguido.

¿Y qué decir del equipo en sí? ¿Qué hace que todos los lunes entremos en la maravillosa rutina de preparar el macuto no sin cierto cosquilleo, de coger una camiseta con unos colores que para los ojos de otros parecerían normales pero que para nosotros son únicos? Joder, levantas la cabeza mientras te atas las botas y veo a mi lado a Falín, a Fran. ¿Desde cuándo los conozco, Dios? ¿Cuántos momentos habremos pasado juntos? Son parte de mi vida. Junto a mí, en el vestuario, al otro lado, casi rozándome, Rafalito, otro del clan, otro de los de toda la vida, de los míos, siempre con el Sporting. Continúo observando el banco y me encuentro a David, mi niñato, un ejemplo de implicación. Qué suerte tuvimos cuando los avatares de la vida lo cruzaron en el camino de Mª Jesús. ¿O nos encontró él? Y de su mano, Domin, otro que tal baila, dentro y fuera del campo, contagiando su natural alegría allá por donde vamos. Y en su rincón, Manolo, el Gran Manolo, con su liturgia de cada lunes, colocándose los guantes con mimo, orgulloso de enfundarse esa elástica negra desde donde se cimenta el equipo, ejemplo de compañerismo. Y entremedias, Ale, sangre de mi sangre, mamando sportinguismo desde que nació. Gran chaval. Junto a él su inseparable Juani, con sus bromas, sus cosas,  su complicidad, insuflando vitalidad al grupo. Voy completando el rectángulo asimétrico que conforma el vestuario y me encuentro con Javi, que desde primera hora supo captar los valores de este club. Parece que llevara toda la vida con nosotros. Grande Javi. Y a su lado, Luis, de lo poquito bueno buenísimo que me dio servir a la patria, mi alter ego por esas montañas norteñas, alma de matacán. ¿Y Óscar? Savia nueva y de la buena para el equipo, sin importarle hacer kilómetros desde su añorada Sanabria por tal de llegar a tiempo, siempre implicado. Con tipos así el futuro está asegurado.

Por ellos, por los que no juegan y por otros que estuvieron... YO VOY, SPORTING.